martes, 13 de diciembre de 2016

Cómo debemos implorar el favor divino, y de la confianza en recuperar la gracia.- Tomás de Kempis (1.380-1.471)


1. Hijo mío, Yo soy el Señor que conforta en el día de la angustia. Ven a Mí cuando te sientas lleno de tristeza.

2. Éste es el mayor obstáculo para la consolación celestial: que recurres demasiado tarde a la oración. Porque antes de decidirte a invocarme con fervor, andas buscando consuelos y te recreas en las cosas exteriores.

3. Por eso te aprovecha todo tan poco, hasta que por fin caes en la cuenta de que Yo soy el que salvo a los que esperan en Mí, y que fuera de Mí no cabe socorro eficaz, ni consejo provechoso, ni menos aún remedio perdurable.

4. Pero apenas hayas recobrado el aliento después de la borrasca, vigorízate de nuevo en la luz de mis misericordias; porque estoy dispuesto -dice el Señor- a repararlo todo, no sólo de una manera colmada, sino sobreabundante y sin medida.

5. ¿Acaso hay algo difícil para Mí? ¿O seré Yo como el que dice y no hace? ¿Dónde está tu fe? Sé firme y persevera. Mantente en pie cual varón constante y esforzado. Y descuida: el consuelo te llegará a su debido tiempo. Espérame, repito: Yo iré a tu encuentro y te curaré.

Vivir intensamente el presente


6. Lo que te atormenta es una simple tentación; es un vano temor lo que te turba. ¿De qué te sirve afanarte por lo que puede sucederte en el futuro sino para acumular tristeza sobre tristeza? Bástale al día su afán.

7. Es vano, y además inútil, afligirse o alegrarse por las cosas del mañana, que quizás jamás sucederán.

8. Claro que es humano dejarse alucinar por tales imaginaciones; como también es señal de pusilanimidad rendirse tan a la ligera a las insinuaciones del enemigo.

9. Porque para él no cuenta que sea verdadero o falso aquello con que nos seduce o engaña y poco le importa que sea el amor de lo presente o el temor de lo futuro lo que sirva para derribarnos.

10. No se turbe, pues, tu corazón, ni se acobarde. Cree en Mí y ten confianza en mi misericordia. Muchas veces, cuando tú piensas estar lejos de Mí, es precisamente cuando estoy más cerca de ti. 

11. Y a menudo cuando crees que ha fracasado todo es entonces justamente cuando se te brinda una mayor oportunidad de merecer y ganar. No está todo perdido cuando alguna cosa te sucede al revés de lo que esperabas.

12. Guárdate de juzgar las cosas según la impresión del momento, y si te ocurre alguna desventura, de cualquier parte que te sobrevenga, no debes tomarla tan a pecho, ni recibirla de tal modo como si ya no hubiera esperanza alguna de remedio.

Dios nos da y nos quita lo que es suyo


13. No creas que has sido abandonado del todo, si te envío por algún tiempo alguna aflicción, o te privo del consuelo apetecido, porque así es como se llega al reino de los cielos.

14. Y esto es lo que indudablemente os conviene más a ti y forzado. Y descuida: el consuelo a todos los demás siervos míos: que os ejercitéis en las cosas contrarias, en lugar de que os suceda todo a vuestro gusto y sabor.

15. Yo conozco los secretos del corazón, y sé que es mucho más provechoso para tu salvación que a veces te deje sin ningún gozo espiritual; y eso para que no te engrías por el éxito conseguido, ni trates de complacerte en lo que en realidad no eres.

16. Lo que te di, puedo quitártelo y devolvértelo cuando me plazca. Si te lo doy, es cosa mía; si te lo quito, no tomo cosa tuya, porque mía es toda dádiva buena y todo don perfecto.

17. Si permito que te suceda alguna desgracia o contrariedad, no te impacientes por eso, ni decaiga tu corazón, porque Yo puedo aliviarte en seguida y convertir en gozo todo tu afán. Y, sin embargo, cuando obro así contigo, soy justo y muy digno de ser alabado.

18. Si juzgas rectamente y consideras estas cosas a la luz de la verdad, nunca deberá abatirte la tristeza por razón de la adversidad, antes bien, tendrás motivos de regocijarte y darme gracias.

19. Es más, debes tener por único gozo el hecho de que, afligiéndote con pesares, no uso contigo de miramientos, sino que no dejo de probarte. Como me amó el Padre, así Yo os amo a vosotros, dije a mis queridos discípulos.

20. A ellos los envié, ciertamente, no a gozar de bienestar temporal, sino a librar rudos combates; no a cosechar honores, sino desprecios; no a vivir una vida holgada, sino de trabajos; no a solazarse en el descanso, sino a dar abundantes frutos en la paciencia.

Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.

Imitación de Cristo, Libro III, Cap. 30