domingo, 19 de febrero de 2017

Ofrece las primicias de tus frutos.- El Libro de la Orientación Particular, Anónimo del siglo XIV


Has llegado a un punto en que tu ulterior crecimiento en la perfección exige que no alimentes tu mente con meditaciones sobre los múltiples aspectos de tu ser. En el pasado, estas meditaciones piadosas te ayudaban a entender algo de Dios. Alimentaban tu afecto interior con una suave y deliciosa atracción hacia él y a las cosas espirituales, y llenaban tu mente de una cierta sabiduría espiritual. Pero ahora es importante que te concentres seriamente en el esfuerzo de morar continuamente en el centro profundo de tu espíritu, ofreciendo a Dios la conciencia ciega y desnuda de tu ser, que yo llamo las primicias de tus frutos. Si haces esto, y lo puedes hacer con la ayuda de la gracia de Dios, confía en que la recomendación que Salomón te hace, de alimentar al pobre con las primicias de tus frutos, se realizará puntualmente, tal como promete; y todo sin que tus facultades interiores tengan que buscar o escudriñar minuciosamente entre los atributos de tu ser o del de Dios.

Quiero que entiendas claramente que en esta obra no es necesario indagar hasta el más mínimo detalle sobre la existencia de Dios ni tampoco de la tuya. Pues no hay nombre, ni experiencia, ni intuición tan afín a la eternidad de Dios como la que tú puedes poseer, percibir y experimentar de hecho en la ciega conciencia amorosa de esta palabra: ES. Descríbelo como quieras: como Señor bueno, amable, dulce, misericordioso, justo, sabio, omnisciente, fuerte, omnipotente; o como conocimiento sumo, sabiduría, poder, fuerza, amor o caridad, y encontrarás todo esto junto escondido y contenido en esta palabrita: ES. Dios en su misma existencia es todas y cada una de estas cosas. Si hablaras de él de mil maneras diferentes, no irías más allá ni aumentarías el significado de esta única palabra: ES. Y si no usaras ninguna de ellas, no habrías quitado nada de la misma. Sé, pues, tan ciego en la amorosa contemplación del ser de Dios como lo eres en la desnuda conciencia de ti mismo. Cesen tus facultades de inquirir minuciosamente en los atributos de su ser o del tuyo. Deja esto atrás y dale culto enteramente con la sustancia de tu alma: todo lo que eres, tal cual eres, ofrecido a todo lo que él es, tal cual es. Pues tu Dios es el ser glorioso de sí mismo y de ti, en su ser totalmente simple y puro.

Así es como podrás juntar todas las cosas, y de una manera maravillosa, glorificarás a Dios con él mismo, puesto que lo que eres lo tienes de él y es él, él mismo. Tuviste, naturalmente, un comienzo -ese momento en el tiempo en que te creó de la nada-, pero tu ser ha estado y estará siempre en él, desde la eternidad y por toda la eternidad, pues él es eterno. Y por tanto, seguiré gritando esta sola cosa:

Honra a Yahvé con tus riquezas
con las primicias de todas tus ganancias:
tus trojes se llenarán de grano
y rebosará de mosto tu lagar.

La promesa contenida en estas últimas palabras es que tu afecto interior quedará colmado con una abundancia de amor y una bondad práctica que manará de tu vida en Dios, el cual es el fondo de tu ser y la simplicidad de tu corazón.

Y rebosará de mosto tu lagar. Este lagar son tus facultades espirituales interiores. Antes tú las forzabas y las violentabas con toda clase de meditaciones y búsqueda racional en un esfuerzo de conseguir alguna comprensión espiritual de Dios y de ti mismo, de sus atributos y de los tuyos. Pero ahora están llenas y rebosan de mosto. La Sagrada Escritura habla de este vino y lo interpreta místicamente como esa sabiduría espiritual que destila la contemplación profunda y el paladeo excelso del Dios trascendente.

Y de qué modo tan espontáneo, gozoso y sin esfuerzo sucederá esto a través de la acción de la gracia. Ya no es necesario tu rudo esfuerzo, pues por la eficacia de esta gentil, oscura y contemplativa obra, los ángeles te traerán la sabiduría. Sí, el conocimiento de los ángeles está especialmente dirigido a este servicio, como una criada a su señora.
5