Entonces caminarás
seguro y tu pie no tropezará. Esto significa que cuando, con la experiencia,
esta obra interior se hace un hábito espiritual, no serás fácilmente seducido o
apartado de ella por las dudas impertinentes de tus facultades naturales,
aunque al principio te sea difícil resistirlas. Podríamos expresar esto mismo
de la siguiente manera: «Entonces caminarás seguro y tu pie no tropezará ni
caerás en ninguna clase de ilusión que surja de la insaciable búsqueda de tus
facultades». Y ello porque, como te dije más arriba, en la obra de
contemplación toda su búsqueda inquisitiva queda totalmente rechazada y
olvidada, a menos que la inclinación humana a la falsía contamine la conciencia
desnuda de tu ciego ser y te aparte de la dignidad de esta obra.
Cualquier pensamiento particular de las
criaturas que penetre en tu mente, además o en vez de esa simple conciencia de
tu desnudo ser (que es tu Dios y tu deseo de él), te arrastra a la actividad de
tus sutiles e inquisitivas facultades. Entonces ya no estás totalmente presente
a ti mismo ni a tu Dios, y esto aumenta la fragmentación y dispersión de toda
concentración en su ser y en el tuyo. Por eso, con la ayuda de su gracia y a la
luz de la sabiduría que nace de la perseverancia en esta obra, mantente
recogido y abismado en las profundidades de tu ser cuantas veces puedas.
Como ya te he explicado, esta simple obra no
es contraria a tus actividades diarias. Con tu atención centrada en la ciega
conciencia de tu puro ser unido al de Dios, podrás realizar tus faenas diarias,
comer y beber, dormir y pasear, ir y venir, hablar y escuchar, acostarte y
levantarte, estar de pie o de rodillas, correr o montar a caballo, trabajar o
descansar. En medio de todo esto puedes ofrecer a Dios cada día el más preciado
don que puedes hacerle. Esta obra estará en el centro de todo lo que haces, sea
activo o contemplativo.
Dice también Salomón en este pasaje que, si
te duermes en esta oscura contemplación, lejos del ruido y de la agitación del
maligno, del mundo engañador y de la carne frágil, no temerás ningún peligro ni
ningún engaño del enemigo. Pues, sin duda, cuando el enemigo te descubra en
esta obra, quedará totalmente aturdido, y cegado por una ignorancia de muerte
ante lo que haces, se verá arrastrado por una loca curiosidad de averiguarlo.
Pero no te preocupes, pues reposarás en la amorosa unión de tu espíritu con el
de Dios. Y tu sueño te será bueno; sí, porque te reportará una profunda
fortaleza espiritual y un alimento que renovará tanto tu cuerpo como tu
espíritu. Salomón confirma esto cuando dice a continuación: es la salud
completa para la carne. Quiere decir simplemente que dará la salud a la
fragilidad y enfermedad de la carne. Y así será, pues toda enfermedad y
corrupción vino sobre la carne cuando el hombre abandonó esta obra. Pero,
cuando con la gracia de Jesús (que es siempre el principal agente en la
contemplación), el espíritu vuelva a ella, la carne quedará completamente
curada. Y debo recordarte que sólo por la misericordia de Jesús y tu amoroso
consentimiento podrás esperar conseguirlo. Por eso uno mi voz a la de Salomón
cuando habla en este pasaje, y te animo a permanecer firme en esta obra,
ofreciendo continuamente a Dios tu pleno consentimiento en la alegría del amor.
No temerás el espanto repentino, ni la
agresión de algún malvado... El sabio dice aquí lo siguiente: «No te dejes
vencer por el miedo angustioso si el enemigo viene (como vendrá) con repentina
saña, golpeando y martilleando en las paredes de tu casa; o si mueve alguno de
sus poderosos agentes a que se levanten repentinamente y te ataquen sin previo
aviso». Seamos claros en esto: el enemigo se ha de tomar en serio. Todo el que
comienza esta obra (no importa quién sea) está expuesto a sentir, oler, gustar
u oír algunos efectos sorprendentes amañados por este enemigo en uno u otro de
sus sentidos. No te extrañes, por tanto, si llega a suceder. No hay nada que no
quiera intentar a fin de echarte abajo de las alturas de una obra tan valiosa.
Y por eso te digo que vigiles tu corazón en el día del sufrimiento, esperando
con gozosa confianza en el amor de tu Señor. Pues el Señor está a tu lado y tu
pie no tropezará. Sí, estará muy cerca de ti, pronto a ayudarte.
Tu pie no tropezará... El pie de que habla
aquí es el amor por el cual asciendes a Dios. Y promete que Dios te protegerá a
fin de que no seas vencido por los ardides y engaños de tus enemigos. Estos,
naturalmente, son el diablo y toda su corte, el mundo engañoso y la carne.
Amigo mío, ¡fíjate! Nuestro poderoso Señor, él que
es amor, él que está lleno de sabiduría y de poder, él mismo guardará,
defenderá y socorrerá a todos los que se olvidan totalmente de sí mismos y ponen su amor y confianza en él.
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