domingo, 22 de enero de 2017

Que el Arca de la Alianza es figura de la contemplación.- La Nube del No-Saber, Anónimo del siglo XIV.


Algunos creen que la contemplación es una experiencia tan difícil y tan terrible que ningún hombre puede lograrla sin una gran lucha y que sólo raras veces se goza de ella en los momentos de éxtasis llamados raptos. Contestaré a estas personas lo mejor que pueda.

La verdad es que Dios, en su sabiduría, determina el curso y el carácter de la dirección contemplativa de cada uno, según los talentos y los dones que le ha dado. Es cierto que algunas personas no llegan a la contemplación sin pasar por un largo y difícil proceso espiritual, y aun entonces sólo raras veces conocen su perfección en la delicia del éxtasis llamado rapto. Hay otros, sin embargo, tan transformados espiritualmente por la gracia, que han llegado a una intimidad tan grande con Dios en la oración, que parecen poder estar en profundo abismamiento, o volver a él cuando quieren, aun en medio de su rutina diaria, ya estén sentados, de pie, caminando o de rodillas. Se las arreglan para mantener el pleno control y uso de sus facultades físicas y espirituales en todo momento, no sin alguna dificultad quizá, pero no mucha.

En Moisés tenemos un tipo de contemplativo de la primera clase, y en Aarón un tipo de la segunda. El Arca de la Alianza representa la gracia de la contemplación, y los hombres cuya vida estuvo más vinculada al Arca (como refiere la historia) representan a los llamados a la contemplación. Hablando con más propiedad, el Arca simboliza los dones de la contemplación, pues así como el Arca contenía todas las joyas y tesoros del templo, de la misma manera este pequeño amor dirigido hacia Dios en la nube del no-saber contiene todas las virtudes del espíritu humano, que, como sabemos, es el templo de Dios.

Antes de que le fuera dado contemplar el Arca y recibiera su diseño, Moisés tuvo que subir el largo y penoso sendero de la montaña y morar en ella rodeado por una oscura nube durante seis días. Al séptimo día, el Señor le mostró el diseño para la construcción del Arca. Moisés perseveró en esta dura tarea, y en la tardía iluminación que finalmente recibió podemos ver el modelo de los que parecen tener que sufrir mucho antes de llegar a las cimas de la contemplación y sólo raras veces pueden disfrutarla en plenitud.

Lo que Moisés ganó con tanto esfuerzo y disfrutó tan raras veces, lo consiguió Aarón al parecer con poco trabajo. Pues su oficio de sacerdote le permitía entrar en el Santo de los Santos y contemplar el Arca tantas veces como quería. Aarón, pues, representa a las personas que he mencionado arriba y que por su sabiduría espiritual y la asistencia de la gracia divina gozan del fruto perfecto de la contemplación tantas veces como quieren.

Que Moisés, Besalel y Aarón y su comunicación con el Arca representan tres caminos de contemplación.


Como narran las Escrituras, hubo tres hombres muy vinculados al Arca: Moisés, Besalel y Aarón. En la montaña, Moisés aprendió de Dios cómo había de ser construida. Sirviéndose del proyecto que Moisés había recibido de Dios, Besalel la construyó en el valle. Y Aarón cuidó de ella en el templo, viéndola y tocándola cuantas veces quiso.

Estos tres hombres ilustran los tres caminos por los que la gracia nos puede llevar a la contemplación. A veces, como Moisés, debemos ascender a la montaña y luchar sólo con la ayuda de la gracia, antes de llegar a la contemplación, para después, como él, disfrutar sus frutos, si bien raras veces. (Quiero, sin embargo, en este contexto dejar claro que la revelación personal de Dios a Moisés fue un don y no la recompensa a su esfuerzo). Nuestro progreso en la contemplación puede también realizarse por nuestra propia penetración espiritual ayudada de la gracia; entonces somos Besalel, que no pudo contemplar el Arca hasta que hubo trabajado para modelarla con sus propios esfuerzos, si bien ayudado por el diseño dado a Moisés en la montaña. Hay otras veces, por fin, en que la gracia nos arrastra, sirviendo como instrumento las palabras de otros. Entonces somos como Aarón, a quien se le confió el cuidado del Arca que Besalel modeló y preparó con la habilidad de sus manos.

Mi querido joven amigo, ¿te das cuenta de lo que trato de decir? Aunque lo he expresado de una manera infantil y torpe y aunque soy un pobre e indigno maestro, te propongo el oficio de Besalel al explicar y poner en tus manos, como si dijéramos, esta arca espiritual. Pero tú puedes superar con creces mi rudo trabajo si quieres ser Aarón entregándote continuamente a la contemplación por los dos. Te pido que lo hagas por amor de Dios todopoderoso. Él nos ha llamado a los dos a esta obra, pero te pido, por el amor de Dios, que suplas con tu ardor lo que me falta a mí.

Cap. 71 y 73