“Aprende [que tu] Ser
intelectual [es] el verdadero templo; que las luminarias que le deben iluminar
son las luces del pensamiento que le rodean y le siguen en todas partes; que el
sacrificador es la confianza en la existencia necesaria del Principio del orden
de la vida; es esta persuasión ardiente y fecunda ante la que la muerte y las
tinieblas desaparecen; que los perfumes y las ofrendas es [tu] oración, es [tu]
deseo y [tu] altar para el reino de la exclusiva unidad”. [CN
- XVII]
“Sí, el culto interior es sensible, ciertamente más que
el culto exterior, pero lo es de otra manera. El culto material es para los sentidos de la
forma, el culto espiritual es para los sentidos del alma; el culto divino e interior es para la vida íntima de
nuestro ser”. [HD 123]
“…tendrá la sabia precaución de no atreverse jamás a acercarse por sí mismo a
las ceremonias santas, sin que sienta que el templo está preparado, que todas
las lámparas están encendidas, que el fuego del espíritu ha traspasado sus
paredes, sus cimientos, sus columnas, y ha decorado todas las partes de este
templo de una manera digna del sacrificador que debe dirigirse a él y de los
santos misterios que en él se deben llevar a cabo”. [HN 43]
"Empezad por poner un velo entre vosotros y los objetos
informes que os han deformado la vista y la inteligencia. Este primer paso os llevará a los sacrificios; los
sacrificios os llevarán a la purificación; la purificación os llevará a la unión con el principio
activo de vuestro ser y este principio activo os desvelará en todo momento las
voluntades de vuestro Dios,
pues vuestro Dios está siempre lleno de sus planes y sus proyectos para los
hombres y, cuando se une realmente a nosotros, debe ser de una manera viva y eficaz, que desarrolle activamente todas nuestras relaciones
y todas nuestras leyes". [HN
48]
“Hombre nuevo, «Cuando hayas entrado en al tierra prometida, acuérdate de no hacer sacrificios a tu Dios nada más
que en el lugar que él haya elegido para que le rindas el culto que se le debe.
No sólo no imitarás a esas naciones impías que han erigido altares en todos los
lugares elevados, bajo árboles frondosos, y ofrecen en ellos sacrificios al sol
y a la luna y a toda la milicia del cielo, sino que derribarás todos esos lugares
elevados, todos esos altares y todos esos ídolos que han sido venerados. No
dejarás que quede ni el mínimo vestigio de ese culto impío, tal como te lo ha
ordenado el Señor tu Dios, e irás al lugar que te haya indicado el Señor para
inmolar tus víctimas».
Este lugar ya lo has
conocido, ya lo has visto, desde que recibiste el nacimiento, porque este lugar
es ese mismo hijo querido, concebido del espíritu, a semejanza del que es hijo
único del Señor por la virtud de su generación eterna.
Evitarás, por tanto,
con sumo cuidado, ir a hacer sacrificios al Señor en otros lugares de tu ser
que no sean este Santo
de los Santos, que es el único
asilo sagrado que él ha podido reservar en los escombros del templo del hombre.
Evitarás con sumo
cuidado ir a preparar un altar a tus pensamientos ni a los aspectos tan
variables de las especulaciones de tu espíritu.
Evitarás con sumo
cuidado ir a preparar un altar a las débiles conjeturas y a los tenebrosos
conceptos de tu inteligencia.
Evitarás con sumo
cuidado ir a preparar un altar a todos los movimientos falsos del corazón del
hombre, que no pretenden más que establecer en él un culto sacrílego, ya que él
mismo se somete al ídolo del templo y acapara la verdadera divinidad.
Evitarás con sumo
cuidado preparar un altar a toda la región de los astros «si no quieres que en
el futuro tus huesos queden expuestos en el suelo a todas las estrellas del
firmamento, como quedaron los huesos del rey Jeroboan». [HN 27]
“Prepara solo para ti
una entrada; hombre afligido, hombre de deseo, entra solo como el gran sacerdote y deja fuera todos
los falsos deseos, toda ambición mentirosa, todos los vestidos manchados.
Entra sólo, es decir,
con un único pensamiento; y que este pensamiento sea el de tu Dios. Que, así separado del resto del universo entero,
estéis sólo Dios y tú por el testimonio de tu oración y de tus súplicas.
Acércate al oráculo
respetuosamente, espera en silencio, y suspendiendo todas las facultades
interiores.
No tardarás en oír su
respuesta, aunque no oigas proferir palabras.
Saldrás irradiando
gloria de esa sagrada morada.
Estarás obligado a velar tu rostro al presentarte al pueblo, para que no quede
ofuscado.
Les dirás los decretos
de tu Dios, y serás preservado de las emboscadas y de los falsos decretos de
los príncipes de la mentira.
Que tus pensamientos
se dirijan perpetuamente hacia ese oráculo; es el único que el Señor desea que
escuches y te impele a huir de todos los
otros”. [HD 20]
“El culto puro habrá conducido a los hombres justos a
las alegrías celestes y al reposo de su alma. El culto impuro habrá conducido a los impíos a
la rabia, al furor y al desespero”. [HD 136]