Y
así puedes apoyarte confiadamente en este
limpio impulso del amor que brota de tu corazón y seguirle donde te lleve, pues
es tu guía seguro en esta vida y te llevará a la gloria de la venidera. Este
pequeño amor es la esencia de una buena vida y sin él nada bueno es posible.
Básicamente, el amor significa una radical y personal entrega a Dios. Esto
supone que tu voluntad está armoniosamente sintonizada a la suya en una
permanente alegría y entusiasmo por cuanto él hace.
Una
buena voluntad como esta es la esencia de la más alta perfección. El goce y consolaciones del espíritu y del sentido,
por sublimes que sean, son meramente accidentales en comparación con ella y de
ella dependen totalmente. Digo que son accidentales, porque importa poco el que
una persona las experimente o no. Son contingentes a la vida en la tierra, pero
en la eternidad serán elementos esenciales de la gloria final del hombre, tan
pronto como su cuerpo (que las siente ahora) se una real y esencialmente para
siempre con su espíritu. Pero en
la tierra el meollo de toda consolación es la realidad íntima de una buena
voluntad.
Estoy seguro, además, de que la persona que ha madurado en la
perfección de su voluntad (al menos en lo que le es posible en esta vida) no
experimenta delicia o consolación a la que no pudiera renunciar voluntaria y
gozosamente si Dios quisiera.
Espero que veas ahora por qué es tan importante que concentremos toda nuestra energía
y atención en este suave movimiento de amor en la voluntad. Con toda la reverencia
debida a los dones de Dios, mi opinión es que debemos estar completamente
despreocupados de los deleites y consuelos del sentido o del espíritu, por muy
agradables o sublimes que sean. Si vienen, bienvenidos sean, pero no te
detengas en ellos por miedo a quedarte vacío; créeme, gastarás mucha energía si
te mantienes mucho tiempo en dulces sentimientos y lágrimas. Es posible, además, que
comiences a amar a Dios por esas cosas y no por él mismo. Puedes saber si
sucede esto o no, si te sientes aburrido e irritable cuando no las
experimentas. Si hallares que este es tu caso, entonces tu amor no es todavía
casto o perfecto. Cuando
el amor es casto y perfecto, puede permitir que los sentidos se nutran y
fortalezcan por suaves emociones y lágrimas, pero nunca se turba si Dios
permite que desaparezcan. Sigue gozándose en Dios de la misma manera.
Algunas
personas experimentan cierto grado de consolación casi siempre, mientras que
otras sólo raras veces. Dios, en su gran sabiduría, determina lo que es mejor
para cada uno. Ciertas personas son
espiritualmente tan frágiles y delicadas que, a menos que sean siempre
confortadas con un poco de consolación sensible, serían incapaces de aguantar
las diversas tentaciones y sufrimientos que las afligen mientras luchan en esta
vida contra sus enemigos interiores y exteriores. Y hay otros tan frágiles
físicamente, que son incapaces de purificarse a través de una rigurosa
disciplina. Nuestro Señor, en su gran bondad, purifica a estas personas
espiritualmente por medio de consuelos y lágrimas. Hay, sin embargo, otros tan
viriles espiritualmente, que encuentran suficiente consuelo en el reverente
ofrecimiento de este sencillo y pequeño amor y en la suave armonía de sus
corazones con el de Dios. Encuentran tal fortalecimiento espiritual en su
interior, que necesitan poco de otro consuelo. Cuál de estas personas es más
santa o cercana a Dios, sólo él lo sabe. Yo, ciertamente, no lo sé.
Cap. 49 y 50