viernes, 13 de enero de 2017

De las facultades del espíritu en general.- La Nube del No-Saber, Anónimo del siglo XIV.


De las facultades del espíritu en general; cómo la memoria, como facultad principal, abarca en sí misma todas las demás facultades y sus obras.


La razón, la voluntad, la imaginación y la percepción sensorial son las potencias con las que el hombre opera para elaborar los datos de la realidad. La memoria es la facultad comprehensiva que recibe, selecciona y retiene el conocimiento adquirido a través de las otras cuatro facultades. Puesto que la naturaleza de la función de la memoria es tan diferente de la de las otras facultades, no podemos decir propiamente que opera, en sentido activo, sino que más bien entiende en una actitud propiamente receptiva.

A unas facultades del hombre las llamo primarias y a otras secundarias, no porque el espíritu del hombre sea divisible, sino porque los datos que elaboran se pueden dividir en dos categorías principales. La primera incluye todos los datos relativos al espíritu, y la llamo primaria; la segunda incluye todo lo relativo a la materia, y la considero secundaria. Cuando las dos facultades principales, razón y voluntad, tratan directamente las cosas espirituales, pueden funcionar independientemente de la imaginación y de la percepción sensorial.

La imaginación y la percepción sensorial operan con lo material, tanto presente como ausente. Residen en el cuerpo y funcionan a través de los cinco sentidos del cuerpo. Pero mientras la razón y la voluntad funcionan de una manera autónoma, la imaginación y la percepción sensorial requieren la asistencia de la razón y de la voluntad a fin de poder captar incluso las cosas materiales en su totalidad. La esencia, las causas, las propiedades y diferencias de las cosas materiales son inaccesibles a la imaginación y a la percepción sensorial sin la ayuda de las facultades primarias.

Resumiendo, pues, la razón y la voluntad se llaman primarias, porque no son materiales y pueden funcionar independientemente de las otras facultades dentro de la esfera de lo espiritual. La imaginación y la percepción sensorial se llaman secundarias, porque operan con las cosas materiales y actúan en el cuerpo a través de los cinco sentidos. La memoria es una facultad primaria porque, si bien no opera directamente con los datos de la realidad, abarca en sí misma las otras cuatro facultades, juntamente con el conocimiento que estas adquieren. Explicaré esto más detenidamente.

De las otras dos facultades principales, la razón y la voluntad; cómo funcionaban antes del pecado original.


La razón es la facultad que nos permite distinguir lo bueno de lo malo, lo bueno de lo mejor y lo mejor de lo buenísimo. O, según los casos, lo bueno de lo malo, lo malo de lo peor y lo peor de lo malísimo. Antes de pecar, el hombre hacía esto de una manera natural y fácil, pero ahora la razón, cegada a consecuencia del pecado original, yerra a menos que esté iluminada por la gracia. La memoria abarca tanto la razón como su objeto.

Después de que la razón ha determinado lo que es bueno, la voluntad se dirige hacia ello con amor y deseo y descansa finalmente en ello con satisfacción, deleite y pleno consentimiento. Antes del pecado original, el hombre no se encontraba en peligro de elegir y de amar un falso bien, ya que en su integridad original experimentaba cada cosa como realmente era. Ninguna de sus facultades estaba perturbada y no era propenso a ser engañado por ninguna de ellas. Pero en el presente orden de cosas, el hombre no puede elegir el bien de una manera firme sin la asistencia de la gracia. El pecado original le dejó herido y ciego, de manera que es fácilmente engañado por las apariencias y llevado a elegir un mal disfrazado de bien.

La memoria abarca, asimismo, la voluntad y su objeto.

De la primera facultad secundaria, la imaginación; cómo funciona y cómo la ha dañado el pecado original.


Con la facultad de la imaginación reproducimos para nosotros la imagen de las cosas presentes o ausentes. La imaginación y todas las imágenes que reproduce se hallan contenidas en la memoria. Antes del pecado original, la imaginación cooperaba totalmente con la razón. Como una criada, reflejaba fielmente cada imagen de acuerdo con la realidad, y así la razón nunca era engañada en sus juicios por una imagen deformada de cualquier cosa, fuera material o espiritual. Ahora, sin embargo, esta integridad de nuestra naturaleza se ha perdido, y la imaginación no cesa día y noche de deformar la imagen de las criaturas materiales, de tergiversar su esencia espiritual o de engendrar en nuestra memoria fantasmas de cosas espirituales. Sin la ayuda de la gracia corremos el peligro de tener grandes errores de percepción, produciéndose así muchas deformaciones de la realidad.

La naturaleza indisciplinada de la imaginación es evidente en la experiencia de los neófitos que acaban de dejar el mundo y que están en el comienzo de la vida contemplativa. No sin gran dificultad apartan su alma de millares de pensamientos e imágenes placenteras, o de fantasías en torno a su pasado que la imaginación desbocada proyecta continuamente sobre la pantalla de su alma. Esta habitual actividad indisciplinada de la imaginación es una de las consecuencias dolorosas del pecado original. A medida que estos neófitos progresan en las prácticas de la vida contemplativa, meditando fielmente en su humana fragilidad, en la Pasión de Cristo, su bondad trascendente y en las demás verdades de la vida interior, la razón va gradualmente sanando, recuperando su justo predominio sobre la imaginación.

De la otra facultad secundaria, la percepción sensorial; cómo funciona y cómo ha sido dañada por el pecado original.


La percepción sensorial es la facultad de nuestra alma que se vale de los sentidos y es dueña de ellos. Esta facultad es una bendición para nosotros porque nos permite conocer y experimentar todas las criaturas materiales y determinar si son buenas o no para nosotros. La percepción sensorial incluye tanto los sentidos externos como los internos. Los sentidos externos atienden a la satisfacción de nuestras necesidades físicas, y los internos sirven a la inteligencia. Es la facultad que se rebela cuando el cuerpo experimenta alguna necesidad y la que nos puede mover también a excedernos en la satisfacción de cualquier necesidad. Refunfuña ante la privación del placer y cuando se le inflige un dolor, alegrándose vivamente cuando se le quita el dolor y se le devuelve el placer. La memoria abarca también la facultad de la percepción sensorial y todo lo que experimenta.

Así como la imaginación es la criada de la razón, la percepción sensorial es la esclava de la voluntad. Antes de que el hombre pecara, era una esclava perfecta, puesto que cualquier deleite o dolor suyo estaba en perfecta consonancia con la realidad. No comunicaba a la voluntad ninguna sensación desordenada acerca de criatura alguna material, ni el demonio despertaba experiencia espiritual engañosa en los sentidos internos.

Pero ya no es así. Debido al pecado original, experimenta dolor cuando se ve privada de placeres desordenados, por los que suspira ciegamente, y cuando se ve sometida a una disciplina saludable, que rechaza. La gracia ha de fortalecer la voluntad para que acepte humildemente su parte en las consecuencias del pecado original, manteniendo a raya la percepción sensorial para que no se exceda en los placeres legítimos y adquiera el gusto por una disciplina saludable. Sin la gracia, la percepción sensorial se entregaría caprichosamente a los placeres de la vida y de la carne degradando al hombre hasta convertirlo más en una bestia que en un ser humano, que tiene un destino espiritual.

Cap. 63-66